domingo, 4 de febrero de 2018

#HistoriasdeSuperación








 REGALO EFÍMERO

A veces necesitamos tocar fondo en la vida para entender cuáles son los verdaderos valores.
No nos damos cuenta de las cosas buenas que tenemos en nuestro alrededor hasta que las perdemos.
Basta con pararnos un instante y pensar que la vida es muy corta, que todo pasa muy rápido.
Pensé que todo terminaría en aquel terrible desahucio donde perdí hasta las ganas de vivir  pues la tristeza envolvía mi alma llenando mis días de difusos recuerdos que solo me hacían sentir una mezcla de incomprensión y culpabilidad que me impedía seguir avanzando pues sabía que jamás volvería a ver los recuerdos que tenía. Lo que más me dolía eran los recuerdos de mi abuelo pues para mi eran verdaderas reliquias de tranquilidad. Así pasaron los meses, mi tristeza fue aumentando poco a poco a pesar de que decidí dejar de pensar en todas esas cosas que me hacían sentirme mal al recordar que ya nada volvería a ser igual pero todo esto se convirtió en una depresión y los ataques de asma que sufría desde hace años se hacían mucho más intensos pues el estrés de recordar todo lo que perdí solo me hacía enfermar.
Hasta que un día de casualidad salí a pasear a un parque que me transmitía bastante tranquilidad y de pronto me encontré un gato que no dejaba de maullar. La alegría que me entró fue inmensa porque aquel gato me transmitía la cercanía que necesitaba para olvidar aunque fuera por momentos todo lo malo que me pasó.
Así que decidí llevármelo y desde entonces he de reconocer que mi vida cambió considerablemente pues unos meses después acudí al médico, me hicieron unas pruebas de respiración.
Los resultados fueron realmente increíbles.
Parece ser que el asma me había desaparecido repentinamente.
Aquel inocente gatito tenía la cura perfecta para mi tristeza.
Entonces decidí emprender la aventura de estudiar Psicología pues después de haber estado un tiempo hundida ahora había encontrado la estabilidad necesaria para tener fuerzas y empezar de cero.
Al final de todo reflexioné y me di cuenta de que en esta vida no merece la pena sufrir por lo que perdemos pues la verdadera esencia es saber disfrutar de cada momento como si fuera el último porque si solo recordamos los pensamientos positivos creamos una energía que nos ayuda a cambiar de perspectiva haciendo que nos sintamos con vitalidad. Es que la vida siempre está llena de sorpresas que nos muestran como todo lo que vivimos es un regalo efímero. Nadie es perfecto, todos cometemos errores y esto precisamente es lo que nos hace avanzar. Porque siempre a pesar de los problemas hay motivos para seguir luchando.

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